Muralista de Chicago, Miguel del Real, se inspira en el arte nativoamericano, el arte mexicano y la caligrafía

El muralista y grafitero de 35 años llama a su trabajo “un buffet de lo que estuve expuesto” en su infancia y adolescencia en La Villita y Pilsen.

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El mural que Miguel Del Real pintó en 2018 en el lugar donde estaba la antigua tienda departamental Goldblatt’s, en el 1600 de West Chicago Avenue, se titula “Abrazar a la Vida”.

Su obra más importante, dice, es reflejo de sus principales inspiraciones: la antigua caligrafía inglesa, el arte nativoamericano y el arte mexicano de sus antepasados.

Hay movimientos caligráficos en las alas del colibrí. Además la camisa de la mujer en la obra se asemeja a un huipil, una túnica tejida de México y Centroamérica.

Del Real ve a la mujer como “esta figura divina, tipo madre naturaleza”, aunque dice que no es religioso.

“Me refiero más a esta conexión que creo que existe”, dice.

El muralista y grafitero de 35 años llama a su trabajo “un buffet de lo que estuve expuesto” en su infancia y adolescencia. Creció en La Villita, fue a la escuela en Pilsen y ahora vive en Pilsen.

Dice que los colores de sus murales están inspirados en la casa de su familia, decorada con telas bordadas de su madre.

“Realmente no prestas atención a lo que las personas de tu cultura crearon o crean hasta que comienzas a componer tu propio arte”, dice Del Real.

Trabaja con pintura en aerosol, influenciado por los grafitis frente a los que pasaba todos los días en su vecindario. Vio a miembros de pandillas poner sus nombres en las paredes con letras elaboradas, que se parecían a la antigua caligrafía inglesa.

Pero dice que no quería estar involucrado en pandillas ni en nada que de lo que ellos representaban. El arte, dice, era su “rito de iniciación” alternativo.

“Había riesgo”, dice, “al pintar y tratar de lograrlo en diferentes ubicaciones”.

Los pandilleros a veces “suponían que yo era un pandillero de [mi] barrio”, dice.

Por eso Del Real decidió trabajar con otros artistas y decía: “Estoy aquí para pintar con fulano de tal, tratando de que este vecindario se vea bonito”.

Entre esos esfuerzos grupales se encuentra un mural pintado en un pasaje subterráneo en 7391 N. Rogers Ave., hecho con artistas de graffiti, incluido Track del equipo CAB 312.

“Tenía sus propios estilos únicos”, dice Track sobre Del Real. “Indígenas aztecas, en ese momento, él era el único que prácticamente los hacía”.

Del Real descubrió el arte indígena cuando estaba en quinto grado en lo que ahora es Orozco Community Academy. Vio similitudes en las líneas utilizadas en el arte tribal Tlingit, del noroeste del Pacífico, y los “tags” de las pandillas en su vecindario.

Pero las similitudes se detuvieron ahí. Dice que, con las pandillas, “se trata de egoísmo, completamente de poder”. Con las enseñanzas de los nativoamericanos, dijo, “es como, está bien, si tienes algo, ¿qué puedes agregar?”.

Del Real trabajó por primera vez en un mural a los 16 años con el programa de divulgación artística Yollocalli.

“Yollocalli y la escuela me ayudaron a tomar las habilidades que obtuve del graffiti y convertirlo en algo más significativo”, dice.

El graffiti se centró en “el ego”, dice. “Mira lo que puedo hacer y lo que pueden hacer mis amigos. Pero cuando pintas algo para la comunidad, lo estás convirtiendo en algo más inclusivo que exclusivo”.

Después de terminar la secundaria, Del Real rebotó entre varias universidades antes de inscribirse en la Universidad Northeastern Illinois y obtener una licenciatura en Bellas Artes.

Hoy, Del Real trabaja en distintas comisiones y enseña a tiempo parcial en la organización de arte sin fines de lucro Marwen, y dice que le gusta “transmitir lo que sabe a la próxima generación”.

Una de sus alumnas de Marwen, Ruby Williams, de 17 años, dice que Del Real le ha dado “un aprecio y una comprensión real por cualquier arte callejero que veo”.

Del Real dice que pintó alrededor de 15 murales y 15 piezas de graffiti en Chicago y realizó murales en la ciudades de Nueva York y Santa Clarita, California, y varios en Oaxaca, México.

Su trabajo en Chicago incluye un mural que hizo para el Planetario Adler. Orilla Fetro, diseñadora del museo frente al lago, dice que el objetivo de Del Real de conectar a las personas con su arte estaba en consonancia con la misión del planetario de “conectar a las personas al cielo, sin importar de dónde sean”.

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